jueves, 27 de enero de 2011

Fiebre de PC

Ya que estamos en esto de la Informática y la Internet viene bien este relato breve:

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Iván Cluído había sido toda la vida un comprador compulsivo. Y desde que se creó INTERNET lo fue más aún. Desde su terminal podía comprar cualquier cosa que se ofreciera en las millones de páginas destinadas a ello. Poseía todas las tarjetas internacionales y una cuenta en el banco. Aunque ésta última se había ido achicando, producto de sus continuadas compras. Desde lapiceras con la efigie de algún actor famoso, discos, películas antiguas, camisetas autografiadas, libros, electrodomésticos y cualquier otra cosa que considerase útil o simplemente interesante. Con sólo clickear el botón del mouse y llenar los casilleros correspondientes a sus datos personales y número de tarjeta, ya eran suyos. Bastaba esperar algunos días a que le enviaran el pedido y listo. Nada más fácil. Había tenido que vender el auto -herencia de sus padres- para poder costearse los gastos de todos sus amados objetos que ya llenaban habitaciones enteras a las que ni siquiera se podía entrar por estar abarrotadas.
Eran tantas y tan variopintas las cosas que había llegado a adquirir que llamaba al asombro. Hasta un terrenito en la Luna y otro en Marte, vendidos por un inescrupuloso señor que se había encargado de "lotear" cada cuerpo celeste del Sistema Solar para venderlos en parcelas. A él le pareció algo novedoso y muy interesante aunque sin duda poco práctico, ya que difícilmente podría llegar a disfrutarlos. Pero eso a él le tenía sin cuidado. De todas formas continuaba admirando los títulos de propiedad colgados en la pared y los planos de tan hermosas adquisiciones. Ocasionalmente releía la Constitución de la Luna y la de Marte con afán de cobrarles a los posibles intrusos que se atrevieran a posarse allí sin su autorización.
Todavía hoy continúa comprando cosas por la red aunque de su cuenta en el banco bien poco le queda. Ha tenido que vender muchos de sus bienes para continuar subsistiendo. Pero él es feliz así.
Y cuando se quede sin nada de dinero y ya no pueda comprar más, se contentará con admirar sus objetos obtenidos por la red, atesorados como si fuesen los trofeos de alguna importante competencia.

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