Cuando
ganemos el 5 de Oro
Estaban
juntos alrededor de la mesa, atentos al locutor que mostraba las
cifras en el tablero luminoso. Casi todos tenían alguna boleta del 5
de Oro.
-Yo
los quiero mucho -pensaba el dueño de casa- pero si llegara a sacar
no sé si les diría algo. Tendría que disimular delante de todos.
Pero si gano y no les digo nada capaz que se enteran igual. Y si les
digo, seguro que me manguean. Ellos son buenos pero tienen sus
problemas, tienen deudas, caprichos -como todo el mundo- y...
pajaritos en la cabeza...
-¡Ah,
si yo saco, me compro una casa en Carrasco -dijo la gorda -me voy a
vivir ahí y no laburo más!
-Sí,
yo tampoco -acotó su cuñado. -Lo primero que hago es poner la guita
en el banco y me voy de viaje. Después veo lo que hago con el resto.
-¡Ah,
no! -dijo Carlos -Yo pongo un negocio.
-¿Para
qué querés un negocio? -le dijo su mujer.
-Para
tener más plata -le respondió él.
-¡Vos
estás loco!, seguir laburando después que tenés medio millón de
dólares.
-Y...
no es tanto -dijo la Tota -Mirá que después tenés otros gastos,
otro estilo de vida. ¡No te dá pa' nada!
-¡Qué
no te va a dar! -le retrucaron varios.
-Y
sí -les respondió ofendida. -Tenés otras amistades, fiestas,
regalos caros... Se va enseguida.
Él,
los miraba a todos. Se peleaban por un dinero que no existía. Nunca
van a verla -pensaba -porque yo me voy a ganar esa guita. Hace tres
años que vengo siguiendo los mismos números y según las
estadísticas tengo que sacar un día de estos. Ya tengo todo
calculado: casa nueva, auto, yate, cuenta en el banco, viajar por
todo el mundo. Podría comprar todas las cosas que añoré durante
años...
La
niña cantora pronunció el primer número, con su voz fuerte y
clara.
-...
es uno de los míos -pensó. -Podré aguantarme la emoción, sin
duda. Yo soy un tipo muy tranquilo...
La
segunda bolilla también la tenía.
-¡Yo
las tengo! -exclamó el novio de la hija. -Ahora voy a poder crear el
instituto.
-...¡Qué
mala suerte!, tener que compartir el premio con este nabo, que es
capaz de regalar la plata a los pobres. ¡A mí no me va asacar mi
dinero!
La
tercera bolilla rodó por el tubo de acrílico y chocó con la
anterior. Tenía las tres.
-¡Ah,
esa no la tengo! -exclamó el novio.
-...¡Qué
suerte! Ahora toda la guita es para mí. Lo primero que voy a hacer
es comprarme una pantalla de televisión de las más grandes, un
súper equipo de audio con mil watts de potencia y con carrousell
para compactos y una filmadora y voy a cambiar todo el mobiliario y
voy a instalar un yacuzzi y...
La
cuarta bolilla cayó. También la tenía. Iban las cuatro al hilo. El
locutor hizo una pausa para aumentar el suspenso y recordó la
cantidad en juego.
-...y
voy a hacer negocios importantes y entonces voy a tener más plata y
voy a comer en los mejores restaurantes y me voy a comprar los
gabanes de piel de camello y voy a tener muchos sirvientes para
mandar...
En
la sala se hizo un silencio absoluto. Todos esperaban la última
bolilla. Todos miraban el televisor para ver si por lo menos podían
desquitar la jugada.
-...y
no voy a tener que laburar más y voy a poder mandar al jefe a cagar
y no voy a tener que verle más la cara a estos estúpidos y...
Y
salió la quinta...
-¡Gané,
gané! -gritaba y comenzó a dar vueltas alrededor de la sala -¡Gané,
giles! ¡Soy RICO!
Todos
lo miraron sorprendidos. A algunos se les subió la bronca a la cara.
Pero igual lo felicitaron. Su mujer lo abrazaba.
-Bueno,
ahora supongo que nos vas a invitar a tu nueva casa -le dijo el
cuñado.
-Y
nos vas a tirar unos mangos para la operación de la nena -le dijo la
gorda -y después para mi tratamiento para adelgazar.
-¡NO!
-exclamó enfurecido -¡No les voy a dar nada! ¡Es mía, toda mía!
-¡Nuestra!
-le recordó su mujer -No me podés negar mi parte, la ley lo exige.
Ahora me voy a poder comprar el tapado de armiño y el brazalete y el
anillo... y me vas a poner una sirvienta para que cocine y haga las
cosas de la casa. ¡Yo ahora no hago nada más!
-¡NO!
-volvió a gritar el hombre. -¡ES MI DINERO! ¡ME VOY A IR A UNA
ISLA A VIVIR SOLO Y A VOS NO TE VOY A DAR NADA PORQUE ME VOY A
DIVORCIAR!
-¡No
podés hacernos esto! -gritó la hija. ¡También es mi dinero!
Además yo me quiero casar.
-¡QUÉ
EL VAGO DE TU NOVIO TRABAJE Y TE MANTENGA! ¡YO NO LE VOY A DAR PLATA
A NADIE!
Todo
el grupo comenzó a rodearlo y a acercársele amenazante.
-¡DAME
LA BOLETA! - vociferó la mujer.
El
hombre volvió a gritar que no y trató de escabullirse. Pero los
demás habían formado un cerco a su alrededor. Su mujer se fue a la
cocina y volvió con el palo de amasar.
-¿DÓNDE
ESTÁ LA BOLETA? -preguntó la mujer decidida.
-No
te lo voy a decir -respondió burlonamente el hombre.
-Dale,
¡aflojá! No te hagás el vivo. Mirá que si no esto va a terminar
mal -le advirtió su cuñado. -¡Dejate de pavadas!
El
hombre viendo que no podía zafar se cruzó de brazos y se quedó
mudo. Entonces la mujer se le abalanzó con el palo en la mano
mientras los demás abrían el cerco para que ella pasara. La tensión
era tremenda. Alguien dijo:
-¡HAY
QUE REVISARLO! y enseguida le vaciaron los bolsillos buscando la
ansiada boleta.
El
hombre intentó resistirse pero no pudo. Al final la encontraron y
comenzaron a saltar y a bailar. El hombre estaba rabioso y cuando los
demás se descuidaron, él se abalanzó contra su mujer y se la
quitó.
Pero
entonces los otros volvieron a arrojarse sobre él para sacársela
una vez más, el papel voló... y fue a parar a la estufa que estaba
encendida. En pocos segundos quedó tan chamuscado que aunque lo
rescataron fue imposible siquiera adivinar la jugada.
Mención de Honor XIX Concurso Dr. A. Manini Ríos (1997) organizado por A.E.D.I. - Uruguay.