domingo, 9 de diciembre de 2012

Un recuerdo



Solar me recuerda cuando yo era chico e iba de visita a la casa de mis abuelos. Muchas veces después que mi madre me pasaba a buscar a la salida de la escuela íbamos a verlos. Era una casa antigua, con habitaciones grandes, de techos altos y claraboya; y mi abuelo, un hombre corpulento que alguna vez fue bombero me esperaba con galletitas que le compraba al almacenero de la esquina. En esas tardes de invierno, el tomarme una cocoa y comerme las galletitas Solar sentado a la mesa del comedor mientras veía en la televisión los dibujos animados, o charlaba con mis abuelos, es un recuerdo imborrable. A mí me gustaba comerlas pegando dos de ellas con dulce de leche y apretarlas una contra otra hasta ver como se escapaba por los bordes; le pasaba la lengua primero por el dulce que sobresalía y después me las comía con gran placer.
Y hoy, cuarenta años después mis abuelos ya no están pero todavía cuando voy al supermercado y compro las galletitas Solar, hago lo mismo.