Había una vez un
joven que siempre participaba en todos y cada uno de los concursos y
promociones que realizaban en la televisión o los comercios de la ciudad.
Dicen que una
vez sacó un premio y entonces nunca más pudo parar su afición.
Se sentía feliz
y era capaz de hacer casi cualquier cosa para poder participar. Se iba del
trabajo más temprano, sólo para depositar el cupón, compraba los productos que
le ofrecían aunque fueran más caros que otros siempre que tuvieran la promoción
de un viaje al caribe o un auto 0 km. Juntaba los envases de las marcas
promocionales y los mandaba por correo.
Se quedaba clavado al lado del teléfono por si Susana o algún otro conductor de
TV lo llamaba a su casa para participar en algún entretenimiento y se ganaba un
gran premio.
Cada día, cada
noche pensaba en sus amados concursos y soñaba con el día en que ganara el
millón de dólares…
Hasta que un día
sacó el premio mayor… y desapareció.
Hace poco me
enteré que andaba recorriendo el mundo junto a su familia y que se sentía muy
feliz.
Yo le envidio la
suerte y a veces con los compañeros de trabajo comentamos que ojalá fuéramos
como él. Tendríamos que jugar más, como él hacía y a lo mejor nosotros también
podríamos ganar.
Todos lo
recordamos desde aquí y aunque muchas veces nos reímos de él, ahora a la
distancia le mandamos nuestros sinceros cariños, ya que seguramente nunca más
lo volveremos a ver…
¡Adiós y suerte
para vos, Pibe cupón!
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