La noche de la nostalgia
(Cualquier
semejanza con la realidad es pura coincidencia)
Ahora
bailaba junto a su mujer en medio de la pista iluminada por un centenar de
luces rojas y amarillas, verdes y azules mientras la música fuerte, la música
de veinte años atrás, los envolvía. Mónica no lo vio. Estaba con un par de
amigas, vestida con una blusa negra y una pollera corta del mismo color.
Llevaba recogido el pelo lacio en una colita y su sonrisa fresca volvió a
enloquecerlo.
Carlos
la miraba intentando disimular ante su mujer, que parecía metida en la música,
recordando otros tiempos. Él se preguntaba si su antiguo amor lo recordaría
aún. Tenía que hablar con ella, quería saber como estaba, si se había casado,
dónde vivía...
La
música de los Village People atronaba por los parlantes:
¡¡¡...WAY EM SI EI...!!!
Fernando
y Aníbal eran los encargados de poner la música y animar la fiesta. Eran amigos
desde la adolescencia y compartían el mismo gusto por la música. Por eso habían
decidido sumarse a las propuestas de la "nostalgia" y organizar la
fiesta ese 24 de Agosto. Fernando era el "disc-jockey" y Aníbal
oficiaba de animador, haciendo corear a la gente las canciones conocidas o
anunciando los temas que se iban sucediendo uno tras otro, sin parar,
recordando los años sesenta, setenta y ochenta.
¡¡¡...WAY EM SI EI...!!!
Tenían
más de trescientos discos perfectamente acomodados a su alrededor listos para
irlos usando a medida que avanzaba la noche. Fernando era muy bueno como
disc-jockey. Desde los doce años escuchaba música y "enganchaba" los
discos de 45 revoluciones, esos discos llamados simples con un agujero grande
en medio al que había que colocarles el adaptador de plástico para poder ponerlos en el tocadiscos. Muchas
veces realizaron bailes con los discos que tenían entre los amigos de la barra
y festejaban los cumpleaños de todos ellos en sus distintas casas. Fernando
quiso dedicarse profesionalmente pero no tenía mucho dinero y al fin abandonó
la idea cuando el resto de sus amigos se mudaron y se casaron. Pero ahora que
se habían reencontrado con Aníbal -uno de los antiguos amigos del barrio,
decidieron sacarse las ganas. La fiesta era un éxito, el local quedaba chico,
cientos de personas se habían agolpado dentro para volver a oír aquellos temas
que nunca más se escucharon y todavía quedaba gente bajo la lluvia de la oscura
y tormentosa noche haciendo cola para poder entrar...
Las
tres se pusieron a bailar juntas en un rincón, zarandeando el cuerpo de un lado
a otro con sonrisas amplias en sus rostros. El barullo iba en aumento con gente
que se sumaba. Carlos seguía mirándola, a pesar de que era muy difícil no
perderla de vista entre tanta gente. Quien sabe si podría reconocerlo, él
estaba canoso y medio pelado... pero igualmente no perdía las esperanzas...
¡¡...OU
IES IS LEIDIS NAIT AN DE FILIN RAIT OU IES IS LEIDIS NAIT... ¡OUUU! GUATA
NAAIT...!!
A
su vez, cientos de cuerpos se agitaban mientras la temperatura subía dentro del
salón y los buzos y camperas iban a parar a la ropería o terminaban en el piso
en medio de los bailarines.
El
humo de los cigarrillos surgía por doquier cual chimeneas viciando el aire ya
saturado por el sudor y la respiración.
El
ritmo machacón y alegre de la música se mezclaba con el murmullo y los cantos
divertidos.
-¿Mónica
que hacés acá? -le dijo él.
-Jorge,
¿vos que hacés acá?- ¡me dijiste que ibas a trabajar toda la noche!- le aseguró
ella en tono furioso.
Carlos,
ante el hecho había quedado paralizado, sin saber que decir; los miraba a
ambos, pensando en el lío en que se había metido. La otra mujer, una rubia
despampanante de veintipocos años, también los miraba sin emitir palabra.
Carlos pensó "está es la mía" y mientras marido y mujer discutían se
dispuso a bailar con la rubia que lo miraba picaronamente...
-¡Carlos,
despertate!- le gritó su mujer, sacudiéndolo de un brazo. -Te dije si no
querías tomar algo con Enrique y su señora.
Él,
comprendió entonces lo que ocurría. Estaba con Julia, su mujer, bailando en la
pista principal en medio de gente desconocida. -¿Y Mónica dónde estará? -pensó.
Se disculpó y saliendo con ellos de la pista se dirigió a la barra. Mientras,
disimuladamente buscaba para ver dónde estaba su perdido amor.
Fernando
-el disc-jockey- se sentía realizado de hacer feliz a tanta gente.
Aníbal
-el animador- iba recordando los distintos pasos de baile y la gente respondía
acatando la propuesta:
-A
ver, ¿quién es el mejor Travolta esta noche?
En
medio de la pista, bajo las psicodélicas luces un "veterano" de
cuarenta y tantos recordaba sus viejas épocas de cuando ganó un concurso de
baile. Vestía traje de color blanco y camisa negra con el cuello abierto y
bailaba junto a una mujer de vestido rojo amplio. Remedaban a sus ídolos de los
setenta al ritmo de la música de los Bee Gees. Una gran ronda a su alrededor
hacía palmas y festejaba sus destrezas.
¡...daansin
yeee..!!! ...daaansin yeee...!!!
¡¡¡BORN!¡BORN!¡BORN!...
BORN TU BI ALAIV...!!!
Carlos
desesperaba, no la podía ver y tampoco podía avanzar. Puteaba entre dientes,
empujando a los demás para que se movieran, pero poco podía hacer, nadie le
prestaba atención. Entonces en un determinado momento la vio. Comenzó a saltar
y a tratar de llamar su atención pero Mónica seguía muy contenta bailando con
las amigas y ni se enteraba de su presencia. Decidió cortar por lo sano, se
abrió paso a empujones por el medio de la pista hasta que llegó donde estaba y
se paró frente a ella.
-¡Hola!.
¿Te acordás de mi? -dijo titubeando.
-¡Carlos!
-exclamó Mónica con una amplia sonrisa en el rostro -¿Cómo estás? Tanto tiempo
sin verte-. A continuación le presentó a sus amigas. -¿Viniste solo?
-Eeeh,
si, no... estaba con otros amigos y te vi... quería saludarte.
-Bueno,
si querés quedate con nosotras...
-Eeeh...
si, gracias. -Estaba tan nervioso. Ella se acordaba de él, pero ¿querría algo?,
¿que hacer?-.
-¿Te
acordás -dijo ella- cuando íbamos a los bailes con la barra?
-¿Qué?.
Perdoná... con el volumen de la música no te escucho bien.
-Que
si te acordás...
Las
amigas de ella se pusieron a reír.
-Bueno,
nosotras nos vamos a tomar algo -le dijeron con picardía, y por lo bajo
agregaron -te dejamos con tu ex-amor...- y se fueron.
Mónica quedó algo descolocada, Carlos estaba
entrando en calor.
-¿No
querés tomar algo? -le preguntó ella.
-¡NO!...
eeeh, recién vengo de la barra -no quería encontrarse con su mujer- gracias, si
querés te traigo algo.
Sonaron
varios temas más, ambos estaban bailando ya muy cerca el uno del otro y
mirándose nerviosamente como si recién se conocieran. Carlos, sin embargo, no
sabía que decir.
¡¡...weeers...
don cam isi tu miii...!!
Casi
todas las parejas comenzaron a girar a la vez, sacudiendo sus cuerpos al ritmo
de Alan Parsons, las mujeres avanzando y los hombres retrocediendo, tomados de
los brazos y girando. El baile "picadito” era el ideal para los temas a
medio camino entre lentos y movidos. Las parejas que lo conocían lo practicaban
y las más veteranas que no habían llegado a esa época intentaban imitarlas.
Carlos
y Mónica también se tomaron de los brazos y comenzaron a girar con la música.
En
eso, Julia apareció de la mano de otro hombre y se puso a bailar al lado de
ellos sin prestarle atención.
Carlos
comenzó a sudar copiosamente y quiso desaparecer, pero Julia lo vio.
-¡Adiós...!
-le dijo ella con sorna antes de girar y alejarse.
-¿La
conocés? -le preguntó Mónica.
-Sí
-dijo él bajando la cabeza -es mi mujer. Mónica se rió divertida.
Ambas
parejas volvieron a encontrarse lado con lado, Carlos no sabía que hacer,
quería irse de allí, pero no podía dejar de mirar al hombre que ahora bailaba
con su mujer. Y por otra parte si se iba, se delataba... Perdió el paso y casi
se caen.
-¿Estás
ahí, todavía? -le dijo Mónica.
-Eeeh,
si, Perdoná.
-¿El
que baila con tu mujer es también conocido tuyo?
-Eeeh,
no. Creo que no, ha de ser algún amigo...
-Bueno,
no te preocupes, hoy es la noche de la nostalgia... y mientras estén bailando
al lado nuestro no pueden hacer nada malo.
-Sí,
claro...
-Además,
yo también estoy casada. -Carlos la miró a los ojos para saber si era verdad,
ella continuó- Mi marido está trabajando en la empresa...
Carlos
tuvo toda la intención de decirle que lo había visto hacía un rato bailando con
una rubia, pero después recordó que todo era una fantasía suya y se cayó la
boca.
¡¡...TU
DE WOK OF LAIV! beibi ¡TU DE WOK OF LAIV...!!
-Vamos
a tomar algo -propuso Julia y Mónica la imitó. Los cuatro marcharon a la
barra-.
Allí,
todo era barullo, entre risotadas de algunos pasados de copas y cantos de
amigos que se encontraban y recordaban viejos tiempos. La música de fondo se
mezclaba con el tintineo de las copas y vasos. El barman llenaba a toda
velocidad una tras otra, para satisfacer a la clientela que se apretujaba
contra el mostrador.
En
un rincón, un hombre vestido de traje gris y totalmente calvo ya, lloraba
abrazado a una botella semi-vacía de whisky, de una manera que daba pena.
Otro
hombre, un poco más joven, a su lado lo consolaba con voz de ebrio.
-Y
que le vas a hacer, Cachito, la vida es así. Si tu mujer te dejó, ya encontrarás
otra... Mirá cuantas minas que hay...
El
otro seguía sollozando y bebiendo sin prestarle atención.
Enseguida
varios de los que estaban allí los separaron. Julia furiosa le recriminó a su
marido su comportamiento.
-Perdoname
Julita, es que no me gusta ese tipo, estaba apretando contigo.
-¿Y
vos qué, te fuiste y me dejaste sola y cuando voy a la pista te encuentro
bailando con cara de baboso con otra mujer... y ahora me entero que fueron
novios. ¿Qué querías que hiciera?
-Perdoná
Julia, yo tuve la culpa -intervino Mónica tratando de calmar los ánimos- lo
invité a que se quedara conmigo y le di filo. No sabía que estaba casado.
-Bueno,
está bien pero Enrique no tiene la culpa tampoco, el era un compañero del liceo
con quien nunca más nos vimos.
Al
rato los cuatro se pusieron a bailar otra vez como buenos amigos bajo las luces
de colores y la música Disco que volvía a sonar.
¡¡...BAI
DE RIVERS OF BABILON...!!!
Cuando eran las cinco de la mañana, los cánticos
habían subido de volumen y el alcohol hacía estragos. A varios hombres se los tuvieron que llevar entre dos o tres,
porque ya no podían ni caminar.
Carlos
salió del brazo de su mujer, soñando con volver a encontrarse con Mónica. Ella,
por su parte, salió con sus amigas, riendo y pensando en contarle a su marido
lo bien que la había pasado sin él.
Los
últimos estertores de la música disco se extinguían tras los cristales del
local, lejanos...
...ai
never can sei gud baaii...nouu...nouu...
Aníbal
aprovechó para tomar y comer algo en la barra, semidesierta, donde quedaban
algunos hombres y mujeres festejando su reencuentro, a medio camino entre la
lucidez y la curda.
Fernando,
dejó sonando algunos temas viejos que no había dado el tiempo para pasar esta
vez, a medio volumen, con las luces blancas del local encendidas.
En
medio de la pista todavía quedaban varias parejas tratando de gastar sus
últimas energías antes de que los echaran. Era una barra de jóvenes que
entusiasmados por la fiesta no pararían de bailar hasta que se apagara el
último eco, como si conocieran la música de siempre.
-¡Dale,
pasanos el tema aquel de Queen...! -pedían.
Cuando
por fin todos se fueron, amanecía. Ya no llovía y un viento helado soplaba pero
la mayoría de la gente no lo notaba. Las altas temperaturas que llevaban en sus
cuerpos debido al ejercicio y al alcohol, disminuían la sensación del frío.
Y se cruzaban los automóviles por las avenidas,
cargados de treintañeros y cuarentones que volvían de las diversas fiestas y se
saludaban a bocinazos o se gritaban de un auto a otro como si todos se
conocieran, porque ésta era la noche de la nostalgia.
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